Como con tantos otros periodos históricos, en el que acabamos de referir, la ocupación bizantina de Spania, el avance de la investigación y, de forma concreta, las continuas campa?as arqueológicas, han hecho que las Âôgrandes preguntasÂö queden pospuestas ante la realidad de la vida diaria durante los siglos VI y VII. Frente a las ansiadas fronteras y castillos, los trabajos arqueológicos han documentado barrios, calles y casas, as¡ como todos sus enseres, permitiendo plantear cuestiones como el comercio, la econom¡a, el consumo, la dietaÂà El azar que pende sobre la Arqueolog¡a, el hecho de que no siempre se pueda siquiera intuir qué hay bajo nuestros pies, parece en este caso habernos dado una lección colectiva. Quizá esas Âôgrandes preguntasÂö no solo hayan de esperar sino también cuestionarse en su propia importancia. Quizá lo que el investigador Âôha colocadoÂö como meta, no sea sino eso, una construcción artificial de desiderata que, evidentemente, es l¡cita más siempre y cuando albergue la flexibilidad de atender a los datos y no subordinar estos a preguntas prefijadas. Posiblemente, y se trata de reflex