Si algo tienen en común la obra de grandes poetas contemporáneos como Eliot, GarcÃa Lorca, Alberti, Cernuda o Neruda es su escisión entre un acercamiento a las verdades colectivas y su atracción por el ensimismamiento individual. Todos ellos, grandes poetas contemporáneos, han sentido con frecuencia el impulso de ser expresión de una identidad o de saberse vinculados a una verdad colectiva.Sin embargo, como la experiencia poética se teje con la desilusión, los poetas descubren que, después de todos sus vuelos y sus melancolÃas, son únicamente los dueños del vacÃo. Federico GarcÃa Lorca, acosado por las heridas ideológicas y por las contradicciones del sujeto moderno, intentó refugiarse en el recuerdo de la pureza infantil. Luis Cernuda advirtió que hay que cuidarse de las utopÃas, porque se hacen realidad y nos queman las manos. Y el propio Pablo Neruda elaboró una ElegÃa para despedirse de la inocencia de sus propios sueños. Tal vez los poetas no nos den la respuesta, pero son una buena compañÃa en momentos de perplejidad y aturdimiento. De ellos podemos aprender su esfuerzo por delimitar una frontera entre la intimidad y los vÃnculos, ese lugar intermedio, fronterizo, llamado conciencia.Esta reflexión, con sus muchos matices, es la que va jalonando el análisis de Los dueños del vacÃo. Reflexiones sobre la identidad y los vÃnculos, una aproximación originalÃsima y apasionante a la obra de grandes nombres de la poesÃa moderna.