DESPERTAR en un vehículo accidentado a punto de caer al vacío y no recordar nada. Perder la memoria y, a cambio, en la misma partida, encontrar una bolsa de basura que contiene una gran cantidad de dinero, un revólver que ha disparado una de sus seis balas y un libro, La utopía del ángel imperfecto. Llegar con ese escueto equipaje a un lugar idílico, a un paraíso donde sus habitantes viven de una forma diferente que resulta imposible de explicar, complicada de entender y muy difícil de aceptar. Tratar de adivinar quién fuiste en el pasado, quién eres en el presente y quién serás en un futuro. Intentar encontrar respuestas a todas las preguntas y saber aceptar la solución cuando se disuelvan los dilemas. Intentar digerir y asumir que quizá días atrás fuiste un delincuente, un asesino sin escrúpulos. Fabricar una nueva vida y, de repente, encontrarte con que tienes dos existencias diferentes y que tienes que elegir, descartar una defi nitivamente y quedarte con la otra eternamente. O fi ngir que sigues navegando en la ambigüedad de la desmemoria para siempre.
