Ana, la protagonista, se enfrenta en El hombre de Verín a los cambios morales de una clase social que ocupa el último tercio del siglo xx. El proceso no fue fácil para las mujeres que alcanzaban la mayoría de edad en esa época. La evolución sentimental de Ana configura un relato íntimo e intenso de su propia experiencia amorosa.
Ana descarga sus vicisitudes cotidianas a través de un diálogo mantenido con Eloisse, una cortesana del siglo xix. El rechazo inicial hacia ella fue trocándose en confianza a medida que su ordenada vida se descolocaba y su libro de buenas costumbres iba adaptándose a otro tipo de realidad. En esa evolución el arte configura un apoyo fundamental. El hombre de Verín se desvanece como ilusión y se fortalece como horizonte, mientras Ana se transforma en una mujer de su época que logra convivir en paz con ella misma.
