Durante más de 1500 años Oriente y Occidente estuvieron unidos por una serie de itinerarios que permitieron el tránsito de personas, objetos e ideas. Desarrollados por tierra y mar, estos caminos trazados por los grupos nómadas que recorrieron las tierras centrales y las costas de Asia durante siglos, fueron la base de un intercambio estable que permitió el contacto entre culturas como la romana y la china. Conocido desde el siglo XIX con el nombre de la Ruta de la Seda, fue el ámbito por el que transitaron griegos, romanos, bizantinos, persas, musulmanes, mongoles y chinos, constituyendo el primer testimonio de una globalización que integró regiones históricas más allá de las contemporáneas divisiones fronterizas, e interrumpida en el siglo XV por tensiones políticas y bélicas.
