La gran cuestión de la lectura exige ser afrontada como verdadera teor¡a general; esto es, como amplia construcción cr¡tica y retórica y al fin en tanto actividad global estética en el marco del pensamiento teórico y los avatares culturales que únicamente pueden ser asumidos a través de una concepción de la continuidad que aqu¡ eminentemente ata?e a la escritura y a la ciencia human¡stica.
Durante las últimas décadas del siglo xx tuvo lugar una extensa producción historiográfica acerca de la lectura, sin duda consecuencia de la especial evolución de algunas escuelas o tendencias de estudios históricos que trasladaron su foco de interés de la historia pol¡tica y económica a los ámbitos de lo que en general podr¡amos denominar microhistoria. No se ofrece aqu¡ un proyecto estético de la lectura desgajando su entidad, si es que esto fuera posible, de la realidad histórica, pero desde luego, en ningún caso, ni una teor¡a estructural-formalista, ni un estudio historiográfico más o menos valioso al modo de los frecuentemente difundidos.